lunes, 14 de diciembre de 2009

MARI DE ANBOTO

Por todos es sabido que antes de la llegada de las religiones globalizadoras, los pueblos antiguos también tenían sus creencias, normalmente ligadas a fenómenos de la naturaleza y el firmamento. Pero además su imaginación había creado personajes misteriosos que les ayudaban a explicar sus miedos y lo que su sabiduría no podía comprender.

Los antiguos habitantes de Euskal Herría también tenían los suyos. Los principales eran los “Gentiles”, unos seres enormes que habitaban en las montañas. A ellos se les adjudicaban esas construcciones imposibles para los humanos.

Todavía perduran en la toponimia local nombres que recuerdan esos seres. No es difícil encontrarnos con un abrigo natural conocido como “Jentil Etxe” (Casa de los Gentiles) o que a un enorme puente de roca natural que atraviesa un camino, se le llame “Jentil Zubí“, (Puente de los Gentiles).

Pero la figura mítica que más ha perdurado en la memoria de los vascos es la de Mari, la más misteriosa y respetada de los “Gentiles”. Hay varias cuevas en las distintas montañas vascas que están consideradas como habitadas por Mari.

Está aceptado que se desplazaba volando de unas a otras y que su presencia era la causa de las tormentas que azotaban la zona. Pero la auténtica “Morada de Mari” es una cueva de difícil acceso situada en la escarpada cara Este del Anboto.

LA DAMA

Mari es la deidad principal de la mitología vasca. Representa la Madre Tierra. Se trata de un númen femenino en forma de una señora elegante. Su imagen varía según el pueblo o la zona geográfica. Mari puede aparecer portando en sus manos un palacio de oro, sobre un carro que vuela tirado por cuatro caballos, como una mujer en llamas que cruza el aire, puede estar montada sobre un carnero, como una mujer grande cuya cabeza aparece rodeada por la luna llena, etc. También se dice que adopta formas de animales cuando habita las regiones subterráneas que son su casa. Estas comunican con cuevas o simas donde ella aparece más a menudo. Acostumbrada a cambiar de morada y se le atribuyen unas cuantas en los montes Amboto, Oiz, Mugarra, Aizkorri, Aralar y Murumendi. A Mari también se la conoce también con el nombre de la Dama de Amboto. En Oñate se dice que cuando Mari reside en el Amboto, llueve copiosamente.
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En algunas leyendas estaba casada con Maju (también llamado Sugaar), y se decía que cuando ambos se juntaban se desataban tormentas. Otra leyenda dice que Mari se casó con un mortal de Beasain que trató de bautizar a sus hijos. Como ella no era cristiana, se negó a bautizarlos y desapareció envuelta en llamas regresando a las peñas de Murumendi. En la mayoría de las leyendas ella tenía dos hijos: Atarrabi y Mikelats, el primero bueno, malvado el segundo.
En ocasiones también se habla de la cautiva de Mari a causa de una promesa o de una maldición de su madre. Como ejemplo se puede citar el caso de una muchacha de un caserío que se pasaba las horas peinándose. La madre un día le dijo: "ojalá te lleven mil rayos", y al instante la hija desapareció. Más tarde se apareció en forma de esqueleto humano a un pastor en una cueva de Aizkorri y le explicó como se encontraba cautiva en los aposentos de Mari a causa de la maldición.
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Mari desata tempestades, ayuda a quines creen en ella y a veces hace de oráculo, como en una ocasión en la que un hombre acudió a la cueva del Amboto pare pedirle consejo porque su ferrería no funcionaba, y esta le dio la solución.
Existía el culto a Mari en una serie de costumbres: obsequiarla con un regalo al año, frecuentemente un carnero; lanzar piedras al interior de las cuevas"En la planicie de Gaztelueta en la Sierra de Aralar hay un túmulo formado por piedras al que la gente arrojaba piedras en las noches de plenilunio. Existían charcas sagradas en las que hacían lo mismo las mujeres que deseaban tener hijos. También se depositaban monedas en las cuevas habitadas por los númenes, así se encontraron monedas romanas e íberas en muchas de ellas.
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También existía un protocolo al acudir a la casa de Mari que consistía en tutearla siempre, no sentarse nunca aún cuando ella lo pidiera, y salir de la cueva de la misma forma en que se había entrado: es decir, si se hubiera entrado mirando hacia al interior, habría que salir caminando hacía atrás.
Mari condena el robo y la mentira, y castiga quitando el objeto del robo o mentira. Se decía que Mari abastecía sus arcas a cuenta de aquellos que niegan lo que es y afirman lo que no es. Lo dado a la negación, la negación lo lleva. Mari castiga enviando inquietudes y quitando cosas, si son pastores suele llevarse un carnero. El castigo más ruidoso de Mari es el pedrisco, que lanza ella o su hijo Mikelats desde el mundo subterráneo.
Son muchas las leyendas, tantas como pueblos, que existen sobre Mari. En cada sitio existe una historia, una leyenda, que habla de su origen (en muchos casos con elementos posteriores al cristianismo, como el demonio, el bautizo, etc).
Aunque su morada principal está en Anboto, las cumbres del Oiz y del Aketegi (es conocida también como la "Dama del Aketegi" o "Aketegiko dama") son también de importancia para ella, junto con otras como el Murumendi o el Txindoki. Dicen que cada siete años cambia de morada, y en ese cambio se le puede ver surcar los cielos en un carro de fuego; dependiendo de la cumbre que habite, así será el tiempo que haga, lluvioso o seco. Otra característica es su larga cabellera rubia y la costumbre de peinarla al sol con un peine de oro a la entrada de su cueva.
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Su presencia se hace incluso visible para el que observa el efecto del perfil de las montañas que se asemeja a una dama tumbada: la nariz de la dama (el Alluitz), el cuello (el llamado paso del diablo o puente del infierno (infernuko zubia) y los pies (el Amboto).
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Distintas leyendas cuentan el origen de Mari, la más conocida dice que en una familia sin descendencia la mujer deseaba como fuese tener un hijo, a pesar de que a los veinte años se le tuviese que llevar el diablo, y al fin quedó embarazada de una hermosa niña. Días antes de que la muchacha cumpliera los veinte años su madre la encerró en una caja de cristal y la vigiló día y noche, esfuerzo inútil ya que el mismo día de su cumpleaños el diablo rompiendo la caja se la llevó consigo a la cima del monte Amboto, donde habita desde entonces. Otra de las leyendas sobre la procedencia de Mari, de la cual existen distintas versiones, cuenta que una madre y una hija vivían juntas. Un día la madre enfadada maldijó a la muchacha diciéndola: "Ojalá te lleve el diablo". Al decir esto apareció el mismo diablo y se la llevó y la dejó vagando por los montes de la zona para siempre. En otras versiones de esta leyenda la maldición de la madre es distinta "Ojalá vueles por los aires tantos años como granos tiene una fanega de alubias rojas"
Una de las leyendas más importantes es la que nos cuenta por qué Mari habita y es vista en todos los Montes vascos. Mari es la encargada de llevar el buen y el mal tiempo de un lado a otro en el País Vasco y se dice que cuando Mari está en Amboto llueve, cuando está en Aloña hay sequía y cuando está Supelegor las cosechas son abundantes.
Frecuentemente se ha asociado a la "Dama" con personajes de la historia de Vizcaya, creando una simbiosis entre mitología y historia, dando lugar a leyendas con diversas versiones:
Una de las leyendas cuenta cómo Doña Urraca, hija del rey de Navarra, se casó con Pedro Ruiz, señor de la casa de Muntsaratz de Abadiano. El hijo mayor, Ibon, era el destinado para ser el heredero y odiado por su hermana menor: Mariurrika. Un día en el que se encontraban en el Amboto mientras el hermano dormía, después de comer, movida por el odio y la envidia arrojó a su hermano, con la ayuda de una criada, por las verticales paredes de la montaña. A su regreso dijo que su hermano se había despeñado. Acosada por la conciencia, una noche se presentaron en Muntsarantz los Ximelgorris o genios diabólicos. Desde entonces ha desaparecido y se dice que habita en las cuevas de Amboto.
También se le vincula con el primer señor histórico del territorio, Diego López de Haro, al que se supone casada. Al casarse le hizo prometer que nunca se santiguaría en el interior de la casa, pero un día éste incumplió su promesa y Mari, inmediatamente, salió de la casa volando con su hija. Esta leyenda muy bien puede hacer referencia a los pactos alcanzados para mantener a Vizcaya dentro de Castilla y a la traición que los señores de Vizcaya realizaron cristianizando el país (y rompiendo el pacto con Mari). Esta leyenda es similar a la que narra la maldición de Melusina, debido a la maldición que su madre le hecha Melusina está obigada a convertirse los sábados por la noche en mitad serpiente, cosa que ocultó a su marido hasta que éste la descubrió, lo que provocó que ésta huyera volando.

Amboto, la morada de Mari

Una vez más nos encontramos con una atrocidad cometida en nombre del catolicismo, el "ajusticiamiento" en la hoguera de un grupo de personas que simplemente eran herederas de un culto ancestral, en este caso en el monte de Amboto, la morada de Mari, una diosa que formaba parte del panteón mitológico vasco. Dicho esto, hay que añadir que nos encontramos en un lugar de soberbio paisaje. Uno de los que, afortunadamente, tanto abundan en esta Península.

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Amboto (Anboto en euskera) es un monte de Vizcaya, País Vasco (España), de 1.331 msnm. Es uno de los montes más relevantes del País Vasco, no solo por su importancia geográfica, sino también por su importancia cultural. En él la mitología vasca fija la morada principal de la dama de Anboto, Mari, convirtiéndolo en un monte cuasi sagrado. Es la mayor altitud de la Sierra de Amboto o montes del Duranguesado, conocidos también como "La pequeña Suiza", que forman parte del Parque Natural de Urkiola. Es una inmensa mole de caliza arrecifal muy compacta y de color gris claro, que contiene restos de corales coloniales masivos y grandes conchas de rudicos y ostreicos. Amboto ha estado siempre envuelto en la magia y en la mitología. No en vano, en una cueva cercana a su cumbre, en la pared rocosa y acantilada de su parte este, nos cuenta la leyenda que tiene su morada principal Mari, la Dama de Amboto, y dicen que se le suele ver en la boca de la cueva, los días de buen tiempo, peinando su bonita cabellera rubia con un peine de oro, al sol. No es raro tampoco el verla pasar algunas noches como una gran bola de fuego sobre el cielo de Amboto, hacia otros lugares del País Vasco donde posee morada o al cercano Oiz. Dependiendo de donde se encuentre, habrá buen o mal tiempo.a más de 1.000 m de altitud se abre la boca de la cueva Marriurrika Kobiea, en la que la mitología ha ubicado la morada principal de Mari. Una boca amplia en altura, que mediante un pequeño pasillo nos conduce a una sala bien iluminada por una ventana que se abre, directamente, al acantilado.
Una muestra de la influencia mitológica de esta montaña nos la da el texto del Arcediano don Pedro Fernández de Villegas, que escribió sobre 1510 lo siguiente: ... y en las montañas y provincias de Vizcaya, de otros que llaman de la sierra de Amboto que tenían diabólicos errores.../ En los cuales tratos también se entremeten, y mucho, unas falsas mujeres hechiceras que llamamos brujas y sorguiñas, las cuales hacen hechizos y maldades, tienen sus pláticas y tratos con los demonios.../. En los procesos que se hicieron contra aquellos de la sierra de Amboto, se dice y confiesa por muchas personas haber visto al diablo y hablándole, a veces en figura de cabrón, otras veces en figura de mulo grande y hermoso.../ y dicen éstas que se reconciliaron y confesaron su error, que si algunas veces aparecía el diablo en figura de hombre, siempre traía alguna señal que demostraba su maldad, como un cuerno en la cabeza o en la frente, o algunos dientes de fuera que se salían fuera de la boca, o cosa semejante. La influencia de estas creencias en los procesos inquisitoriales practicados en Durango en 1500 por herejía, en los que fueron condenadas a la hoguera diez mujeres, conocidas como las durangas, y un hombre (y quemados los huesos de otras seis fallecidas) fueron relevantes.

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